lunes, 22 de junio de 2015

MAGICAL GIRL


FICHA TÉCNICA



Título original: Magical Girl
Año: 2014
Duración: 127 min.
País: España
Director:  Carlos Vermut
Guión: Carlos Vermut
Fotografía: Santiago Racaj
Reparto: José SacristánLuis BermejoBárbara LennieLucía PollánJavier Botet


SINOPSIS

Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre trastornos mentales, a su vez relacionada con Damián (José Sacristán), un profesor retirado con un tormentoso pasado. Los tres quedarán atrapados en una oscura red de chantajes, en la que instinto y razón entran en conflicto. (FILMAFFINITY)



HISTORIAS CORRIENTES


Director novel, cartel pastelero con corazón incluido, frase lapidaria: "Ten cuidado con lo que deseas", sinopsis en diversas web de cine hablando de chantajes, amor, redes ... y con niña enferma al frente. Todo parece indicar que nos aventuramos hacia una película con más tripas y artificio que sinceridad,  y que apunta directamente hacia nuestro pútrido corazoncito con la única intención de arrancar alguna lagrimilla y sentir pena por la niña y su padre, pena que normalmente desaparece cuando pides una caña al salir del cine.
Afortunadamente no es así. El cartel nos despeja dudas sobre quién va a ser el verdadero protagonista de la historia, los principales personajes que forman el todo en piezas irregulares de diferentes tamaños (quiero pensar que dependiendo del peso que cargan les corresponde un pedazo mayor del total). Y todos unidos por una sencilla pieza de puzzle, que evoca unas vidas cruzadas que terminan por encajar (o no) unas con otras.


La película arranca con la profunda y acojonante voz de José Sacristán ofreciéndonos su particular tesis sobre las verdades absolutas, lo que dice no tiene demasiada importancia, es simplemente el sermón de un profesor hacia sus alumnos, dura apenas unos minutos que daremos por olvidados más adelante. Parece la típica escena de notita entre adolescentes idiotizados burlándose del profesor, no obstante y como comentaré más adelante, el director nos vuelve a tender una trampa y caemos de lleno en ella. Llama la atención el plano utilizado, un plano cenital que muestra la mesa en la que todos los elementos están perfectamente alineados, la mesa es lo más parecido a un desfile militar  norcoreano en cuanto a rectitud y orden. La tapa del libro muestra el curso,  nos sugiere hábilmente la edad de la chica. 




PAPÁ, QUIERO UN CIGARRO Y UN GIN TONIC

Pasada la primera escena de introducción comienza la verdadera película, el detonador de toda la acción, el pretexto no puede pasar más desapercibido, es tierno en sus formas, sincero, y más que justificable para cualquier padre que quiera a sus hijos. Un verdadero ejercicio de maestría de Carlos Vermut y su malvado plan que nos hace ver lógicos la mayoría de acontecimientos posteriores. 


Luis, un hombre alrededor de los 50, profesor de literatura en paro, de aspecto afable, atraviesa un momento difícil por diversos motivos. Vemos como vende sus libros a peso para sacar algunos euros. Vive solo con su hija, de la que trata de hacerse cargo de la mejor manera posible. No sabemos por qué no tiene pareja, tampoco tiene demasiada importancia. Simplemente damos por hecho que es viudo porque ante el problema de salud de la niña, una madre convencional (no diré normal) estaría a su lado al margen de la relación que tuviera con el padre, ante una enfermedad terminal, las prioridades cambian.


Alicia, una niña de 12 años, hija de Luis. Es el motor de arranque del film, sin ella no habría película tal y como se presenta, su enfermedad y sus deseos son lo que motiva a Luis a actuar como actúa. Es la primera aparición en pantalla de Lucía Pollán, y aunque fundamental, no es demasiado extensa. Es una niña completamente normal, con los gustos propios de una niña de esa edad y que siente que se le escapa la vida, quiere hacer muchas cosas antes que termine su tiempo, tanto es así que no titubea en pedir a su padre que le deje probar un gin tonic y fumar un cigarrillo. Una petición que constata la buena relación que mantiene con su padre, puesto que en caso contrario le hubiera sido más fácil conseguir tales "frivolidades" al margen de su casa. No obstante, lo que mueve su día a día es el manga japonés, ella y sus amigas se llaman entre sí con motes nipones. No habla de su enfermedad, de hecho, salvo una visita al hospital y algún comentario de Luis, la leucemia pasaría de largo... Tanto es así, que la conversación de Luis con la doctora no la oímos, ni una sola nota musical que acompañe la demoledora noticia del empeoramiento de su salud. Tampoco Luis inclina la cabeza al recibir la noticia como cabría esperar, simplemente silencio, otro tanto del director. Deja pensar al espectador, no lo toma por tonto, sabe que el aspecto, el buen hacer de Lucía Pollán, su delgadez, su pelo corto y su palidez hará el resto.


Puede ser que el director haya querido homenajear al gran Ingmar Bergman, o simplemente sea un recurso propio de quien no subestima su público, pero esa conversación que no oímos, me recordó a una escena de "Gritos y Susurros" donde Liv Ullman y Harriet Andersson discuten pero no podemos oírlas, tan solo deja rodar la música y el buen hacer de las actrices nos da a entender qué está pasando.
Tras recibir la noticia, parece que Luis no va a escatimar esfuerzos en hacer que su hija se vaya con un buen sabor de boca de este mundo, no pregunta por qué quiere fumar un cigarrillo, ni le advierte sobre lo perjudicial que es el tabaco, ya no importa eso, simplemente se lo da ante la petición de la niña y le indica la manera de fumarlo.
Curioseando en las cosas de Alicia, encuentra su "Libro de los deseos", una libreta donde la niña escribe lo que más desea, y esa es la chispa que termina de encender a Luis, que se muestra más decidido que nunca a cualquier cosa.


Tres deseos, una niña de 12 años que tan solo desea tres cosas: 
- Convertirse en quien quiera
- El vestido de Magical Girl
- Cumplir 13 años
Dato a tener en cuenta es el orden de dichos deseos, supongo que guarda la bomba para el último, para generar sensación de impotencia, pero llama la atención que el vestido esté colocado por delante del cumpleaños. Eso o que haya olvidado mi mentalidad adolescente y realmente sacrifique cualquier cosa en favor del vestido. No obstante, y ante la escasa longitud de la lista y la imposibilidad de hacer absolutamente nada ante 2 de los deseos, los esfuerzos de Luis se concentrarán en el vestido. 
El vestido, padre en apuros, situaciones adversas, no puedo evitar que me venga  a la cabeza otra magnífica película, "Lloviendo Piedras" de Ken Loach, con quien además, comparte el espíritu crítico con la sociedad. En este primer tramo de la película, el director es cuando se muestra más realista y crítico con la situación de España. No le tiembla el pulso para utilizar la palabra "recortes" cuando Luis hace referencia a la causa de su despido. De hecho, Luis podría haberse dedicado a cualquier cosa, pero el bueno de Carlos Vermut a lo mejor quiso sentirse un tanto reivindicativo.
Tras informarse del elevado coste del vestido (solo hay uno, por eso es tan caro) Luis acude a amigos (una, en concreto) e incluso pretende que le concedan un crédito por teléfono estando en el paro, pecado mortal para banqueros y demás usureros, alegando que: "En el anuncio dicen que no se necesita aval"


Agotadas las vías lógicas sin éxito alguno, comienza la cruzada de Luis. El azar entra en juego.



LA ENIGMÁTICA BÁRBARA

Tercera pieza del puzzle, no por ello menos importante. Otro acierto del director y del director de casting. Bárbara no podía ser otra, una belleza enigmática, un tipo de mujer que cuanto más la miras más atractiva te resulta. Un nudo corredizo que si lo ignoras no ejerce fuerza, pero si vas tirando de él, te atrapa. Es la incomprendida de la película, un mar de interrogantes y contradicciones.


La presentación de Bárbara es toda una declaración de intenciones, nos advierte desde el principio de como es su personalidad. Una escena repleta de mensajes subliminales que seguramente pasarían desapercibidos si el espectador no está familiarizado con el BDSM (Bondage & Sadomasoquismo). En dicha escena tan solo es un presentimiento, una sospecha. Actos que normalmente pasarían de largo con un simple: "Qué tía más rara", pero que como casi todo en el film, tiene su explicación. Y más adelante, se confirman las sospechas. En su primera aparación, Bárbara aparece atando los zapatos a su marido Alfredo. Nos muestra como hace el nudo, el nudo, aunque no sea en una cuerda de nylón, se utiliza como simbología BDSM, el amo ata a la esclava, es una práctica habitual dentro del Bondage. Otro indicativo que nos muestra es la postura, el marido está sentado en la cama, con el torso descubierto y ella de rodillas frente a él, una postura natural en una relación de dominación y sumisión. Y, por último, Alfredo regala un collar a Bárbara, no se trata de un collar propiamente dicho, es más bien una cadenita con un colgante, pero que visto todo lo anterior puede simbolizar la propiedad de la esclava a su amo. La esclava pertenece a su amo, él la protege y ella se entrega en cuerpo y alma a él, la felicidad de ella pasa y depende de la de él. Podríamos comparar el collar en una relación BDSM a una alianza en un matrimonio convencional (mala comparación, lo sé) en lo que a unión entre dos personas se refiere.



No tenemos demasiados detalles acerca de la vida anterior de Bárbara (como de ningún personaje), así que una vez más, el director recurre a la imaginación del espectador para que saquemos nuestras propias conclusiones. Varios detalles dejan ver pinceladas de como han llegado a tal situación. El marido de Bárbara es psiquiatra, de carácter dominante como expliqué con anterioridad, lo que nos lleva a pensar, y esto es una interpretación puramente personal, que Alfredo conoció a Bárbara en el ámbito profesional, tal vez la conociera primero como paciente, y dado su carácter sumiso y su atractivo físico se sintiera atraído por ella. La conclusión a la que llego es que conoce (casi) todos los secretos de la personalidad de Bárbara, sabe que necesita sentirse dominada y también conoce el aire infantiloide e inestable de su comportamiento.


Ambos se necesitan mutuamente, aunque como dice él: "Tú me necesitas más" dirigiéndose a Bárbara, ella misma confiesa que la mantiene su marido, que no hace nada, textualmente ... Otro indicativo de su carácter sumiso. Varios acontecimientos ponen de manifiesto la complicada personalidad de nuestra protagonista, por un lado, vemos como su marido la obliga a medicarse, comprobando que traga las pastillas, lo que nos indica que está bajo tratamiento. En segundo lugar, durante la visita de unos amigos de Alfredo ocurre algo que hace le hace tomar la decisión de abandonarla, y por último, la reacción de ella ante el hecho de verse sola y abandonada es autolesionarse, e incluso un intento de suicidio, que a la postre, será el eslabón que una la vida y destinos de Luis y Bárbara, una vez más, el azar.




DAMIÁN, EL BUENAZO

Dos breves apariciones, que aunque son casi anecdóticas por su duración, nos ofrece una información muy útil sobre el personaje del viejo profesor. Ya teníamos prácticamente olvidada aquella primera escena del maestro con su alumna, y ahora nos vuelve a la memoria cuando vemos a Damián resolviendo un enorme puzzle en el salón de su casa. Parece realmente interesado en su tarea cuando lo interrumpe el teléfono, contesta de la manera que lo hace alguien que no está muy acostumbrado a recibir llamadas, y al otro lado responde una voz femenina, tan solo 3 palabras bastan para que Damián se venga abajo, parece que los demonios del pasado le visitan.


Llama la atención la decoración y el teléfono, una decoración antigua, y un teléfono que la mayoría de adolescentes no sabría utilizar. Luego entenderemos por qué esa decoración.
Terminadas esas dos escenas, el personaje no cobra importancia hasta que se avecina el desenlace, curioso una vez vista la película, como un personaje puede pasar de no tener apenas presencia a convertirse en el alma de la película. Por ello, hay que destacar la inmensa capacidad de José Sacristán para interpretar, soberbio.
Un actor que ha visto en su madurez la recompensa, uno de los pocos que no ha necesitado morir o exiliarse para generar admiración. Con ello, no quiero decir que antes de los 60 años no haya hecho buen cine, de hecho, me quedo con su "Carlos Galván"  en "El viaje a ninguna parte" y  su "Matías" en "Siete mil días juntos" en ambas a las órdenes de uno de los más grandes, Fernando Fernán Gómez. Simplemente pretendo exponer que a medida que ha ido madurando, los papeles han sido más interesantes y su labor más reconocida. Pero, ¿Qué hubiera pasado si José Sacristán hubiera sido francés? ¿Habría destacado en la nouvelle vague? ¿Y si hubiera nacido 20 años después? Se habría evitado un buen montón de películas insulsas a las que nos tenían acostumbrados en España durante los 60-70, ¿Cosa del Régimen? ¿Simplemente ha necesitado hacerse un hueco? No sé la respuesta, pero me quedo con la sensación de haber exprimido poco 20 años de talento.
Volviendo a Damián, con él se completa el puzzle del cartel y a él le corresponde el pedazo más grande, no es casual. Vemos a un hombre ya maduro saliendo de la cárcel ... ¿Cómo? ¿Un profesor de matemáticas en la cárcel? Sí, y además se ha "institucionalizado", como dice Morgan Freeman en la facilona y predecible "Cadena perpetua"

  Temeroso de salir de la cárcel  porque sabe que no está rehabilitado, lo sabe perfectamente, y así nos lo demuestra. Conocedor de su delicada situación y su debilidad, trata de llevar una vida tranquila, en su casa, decorada suponemos como hace un montón de años y sin que nadie se haya encargado de modernizarla y juntando las piezas de su puzzle.


El personaje de Damián, es un completo y absoluto interrogante, no sabemos  nada de él. Pocos datos que se limitan a que fue profesor, estuvo en la cárcel y haría cualquier cosa por Bárbara, así que una vez más, viva la imaginación de cada cual.




LOS ENEMIGOS DEL ALMA

Con ellos ensambla la acción el director: Mundo, Demonio y Carne. Son los 3 actos en los que Carlos Vermut divide la película, y que llevan directamente a desobedecer a Dios. Me encanta que la única mención religiosa sea ésta. En un cine más comercial y más a lo que nos tienen acostumbrados, Luis hubiera recurrido a la oración, e incluso buscara refugio en un guía espiritual por la enfermedad de su hija. Antes tales situaciones las personas reaccionamos de maneras muy diferentes, Luis prefiere una complacencia más terrenal. Cada uno de los enemigos está asociado con la presentación, desarrollo y desenlace de la película, quedando el Mundo asociado más hacia Luis y su hija y quedando Bárbara como una historia al margen de ellos, mientras que Damián ni siquiera está presente. 
El Demonio vendría marcado por el punto de unión entre las historias de Luis y Bárbara, el hecho que hace que ambas historias converjan es puramente casual. El director nos muestra todos los detalles de ambas historias, poniéndolas en contacto mediante hábiles saltos en el tiempo fáciles de identificar gracias a sucesos concretos, tales como la canción de la emisora de radio o incluso el puzzle de Damián.


En este apartado es donde podemos llegar a conocer mejor la vida pasada de Bárbara, un par de imágenes que desvelan una vida que no debe haber sido sencilla, y que damos por supuesto que no quiere volver a repetir, si fuera al contrario, no aceptaría el chantaje de Luis. Estas imágenes nos llevan de nuevo al sórdido mundo del BDSM, despejando cualquier duda que Bárbara realmente ha estado vinculada al mundillo.  











Un cuerpo repleto de cicatrices provocadas por su tendencia a autolesionarse y suponemos también a las prácticas continuadas del bondage. Deducimos que es así porque cuando se ve apurada ante la coacción y la necesidad de dinero no acude a ningún amigo, ni por supuesto su marido, acude a viejos contactos para ofrecerse como esclava a Amos Sadomasoquistas.
Explican claramente en qué consiste el juego, y cuales con las mejores maneras de aumentar la cantidad de dinero a percibir. A mayor nivel de tolerancia, más dinero. E incluso a nivel extremo, donde desaparece la safeword (palabra con la que la esclava pone fin al castigo). Otro acierto del director es no dejarse caer en el morbo de ver a Bárbara siendo castigada, o en actitud sexual. No es puritanismo ni mucho menos, es simplemente que si lo hubiera hecho hubiera distraído al espectador. Ahora que tan de moda se ha puesto el mundillo gracias a la infumable y aborrecible trilogía, parece que todas las almas curiosas y sedientas de sexo disfrazado se guían por el olor a fusta y grillete. Además, al no mostrar las sesiones, una vez más, el director se alía con la imaginación de espectador, hallando en ella la mejor escenografía.
Por último, llega la carne, el desenlace. El personaje interpretado por José Sacristán gana peso y acaba convirtiéndose en absoluto protagonista. Guarda lo mejor para el final, son sin duda los mejores 30 minutos de la película. Como antes he mencionado, es el personaje del que menos podemos deducir de su vida anterior. Un halo de misterio lo rodea, sabemos sin detalles por qué entró en la cárcel y por qué  volvería a entrar. No haré demasiados comentarios de esta parte del film por si algún insensato ha tenido el valor de leer hasta aquí sin ver la película. Destacar valentía de rodar un final como el de Magical Girl, cierto es que personalmente no soporto lo finales almibarados y éste se encuentra en las antípodas de serlo. Es tierno, a su manera, y descarnado para la mayoría. Solo añadir otro guiño de Carlos Vermut, que de una manera muy de Bergman, cierra el film, dos planos muy similares entre sí dan comienzo y final.














CURIOSIDADES Y DEMÁS TONTERÍAS


Para finalizar, me gustaría ahondar un poco más en que se trata de mis impresiones personales, que como siempre, pueden ser acertadas o no, pero por eso son personales, no tienen por qué coincidir con las de nadie. En alguna crítica que otra he leído que su estructura recuerda a Pulp Fiction, en mi opinión, se parece como un huevo a una castaña, no tiene nada que ver la estructura ni desde luego el estilo es el de Tarantino. Creo que lo único que tienen en común Quentin Tarantino y Carlos Vermut es que ambos son cinéfilos empedernidos, eso sí que salta a la vista. 
Me hubiera gustado tratar más a fondo determinados momentos de la película, y ha resultado muy difícil no hacerlo, pero tampoco quiero destriparla del todo si alguien por error entra y lee sobre ella. Destacar a modo de conclusiones diversos aspectos como la habilidad de Carlos Vermut para huir del melodrama sensiblero y ser capaz de rodar una película cuyos protagonistas no lleguen a despertar verdadera empatía por ninguno de ellos, así como ninguno de ellos se erige como un único protagonista (GRAN trabajo de los actores). Así como la implicación personal del director en el proyecto, no hay que olvidar que es director, guionista y montador del film, incluso los actores comparten nombre con los personajes (¿recomendación?). No sé si dar por buena una información leída, que es que los fondos para peli se consiguieron (en parte) mediante crowdfunding (si es así, me arrepiento de no haber contribuído). Dicho lo dicho ... Acabo de descubrir un director al que seguir la pista, y espero que igual que a mí, le haya ocurrido a más gente tras ver la peli, así que solo resta por decir ... Camarero, otro Vermut!